viernes, 5 de septiembre de 2008

Tinta Roja

La tribulación de hoy se basa en dos cuestiones:
¿Cómo es que nuestra escena de almuerzo cotidiana se compone de algunas personas vivas que comen a nuestro alrededor (Si se tiene la suerte de comer -ya sea por cuestiones de tiempo o por cuestiones de sustento- y si se tiene la suerte de comer con alguien –si es que se quiere eso) Vuelvo a la pregunta ¿cómo es que llegamos a tolerar la escena en la que almorzamos: algunas personas vivas, y toda la seguidilla de personas muertas, torturadas, violadas, robadas que hace desfilar el noticiero de una forma naturalizada?
Es decir, me baso en la molestia que siento al ver el amarillismo de los informativos, los ‘noticiosos’, como le decían en mi barrio. Esa forma de decir no deja de hacerme pensar en auspicioso…Pero son más bien llorosos…

Por otro lado, me queda flotando un dicho de un amigo que está en una situación complicada, que es la inminencia de la muerte de un ser querido, me dice: “no vamos a hacer velorio, no sirven para nada, es pura hipocresía”.

No puedo dejar de pensar que una situación está emparentada con la otra.

¿Dónde ha sido ubicada la muerte en esta época, que provoca el rechazo de su ritualización?

Es evidente que en los últimos años los medios que tenían la función de informar de una forma o de otra, por supuesto que siempre teñidos de alguna tendencia política, han ido virando hacia la mostración de lo espectacular, de la muerte como espectáculo. Bueno, se sabe, esto no es nada nuevo, pero podemos decir que antes era exclusividad de algunos canales, de algunos diarios, ahora todos se parecen. De la violación y asesinato de una niña de 6 años, a la imagen sin velos de un bebé medio enfermo para el que piden un órgano… a los muertos por un atentado en algún lugar difuso del enigmático medio oriente… de ahí saltan sin escalas a mostrar el último video hot de Nazarena Vélez. Sin escalas, directo ya ni diría ‘al amarillismo’, deberíamos llamarle ‘rojismo’. “Paredón, tinta roja en el gris del ayer”.
Precisamente hay un documental que se llama Tinta Roja, hecho en las redacciones del diario Crónica.
Ya no nos alcanza con las noticias de una economía que siempre da sorpresas. Hay sangre, mucha, en diversos envases; muerte, mucha, y de diversas formas; delitos, muchos y de diversas peligrosidades.
Les voy a leer a un sociólogo de los más conocidos, el francés Pierre Bourdieu, palabra mayor que da miedo tocarla, pero como dicen en el cartero de Neruda: “Las palabras son de quien las necesita, no de quien las escribe”.
Entonces, dice Bourdieu: “Una parte de la acción simbólica de la televisión, a nivel de los noticiarios, por ejemplo, consiste en llamar la atención sobre unos hechos que por su naturaleza pueden interesar a todo el mundo, de los que cabe decir que son para todos los gustos. Se trata de hechos que, evidentemente no deben escandalizar a nadie, en los que no se ventila nada, que no dividen, que crean consenso, que interesan a todo el mundo, pero que por su propia naturaleza no tocan nada importante”.[1]
Es decir, se trata de crónica de sucesos, no de información. Y esas cosas fútiles son importantes en la medida en que ocultan otras cosas.
Esto que estoy diciendo está en la calle, la gente lo dice todo el tiempo. Pero igual miramos la sucesión de crónicas de sucesos, y encima hablamos de eso.
No me van a decir que en el asado del domingo no se habla en algún momento de eso que los medios nos proponen, “imponen la agenda”, dirían los que saben de esto. Y todos dicen “ayyy, ¿viste qué barbaridad lo del secuestro?”, explayándose en sangrientas obscenidades que ya ha comunicado la tele sin ningún temblor.

Ustedes saben que mis lecturas son cruzadas y a veces descabelladas. Pero mientras pensaba este tema, me encontré con unas referencias, que ajustan lo atinado del título Tinta Roja, así como lo argumentan…
Resultan que los comienzos de la humanidad están fechados allí donde se comienza a ritualizar la muerte. Hay discusiones acerca de dónde situar este momento, pero dicen los que se dedican a la historia que es fechable en el momento del Naenderthal.
“La marcación con ocre rojo de los huesos de los muertos indica que el homínido reconocía que había muerto alguien de su especie. Traza escrita por alguien que comienza a adquirir el estatuto de hombre ejecutando honras fúnebres… Se aprecian huesos humanos marcados por ocre rojo. El ocre, sustancia obtenida de la tierra, era enrojecido por la exposición al fuego, avance que, a su vez, acababan de conquistar nuestros ancestros… Con la adquisición del uso del fuego, el homo erectus, cocía el ocre y lo tornaba rojo. Con este color, que podría considerarse la primera ‘tinta’, marcaba la naturaleza y dejaba sobre ella las trazas de lo no natural”.[2]
Es contemporánea la conquista del fuego, con la marcación humana de la muerte. El hombre se hace humano cuando puede pesquisar que su semejante puede morir, y esto se le vuelve una pregunta insoportable, por lo tanto debe ritualizar eso que no puede comprender.
La televisión provoca lo contrario a la ritualización. Es la muerte como una sucesión de imágenes que intentan impactar por su pregnancia, no lograr la reflexión para una elaboración. Lejos estamos del tanto Tinta Roja, cuando dice: “Yo no sé si fue el negro de mis penas o fue el rojo de tus venas mi sangría”. La frase toca ese fuego donde fue cocinado el rojo de los trazos iniciales. Lejos estamos de ese fuego que permita cocinar vida y muerte con un ritual posibilitador.
Lejos estamos, a menos que apaguemos la tele (al menos cuando nos ofrece el horror en bandeja) y nos acerquemos. A menos que recobremos ese fuego que nos templa la palabra y podamos otra vez mirarnos a los ojos y decir: “no estamos todavía petrificados”.

[1] Bourdieu, Pierre, Sobre la televisión, Ed. Anagrama, Colección Argumentos, Barcelona, 1997.
[2] Amigo, Silvia, Paradojas clínicas sobre la vida y la muerte, Ed. Homo Sapiens, Rosario, 2004.

1 comentario:

Vinué dijo...

Ciertamente los noticiosos son, a estas alturas, una sucesión de imágenes macabras con "el aumento en intención de voto de los norteamericanos por John McCain" y "la resurrección de Britney Spears en los premios MTV VMA" por medio. Que, además, también es macabro.