martes, 30 de septiembre de 2008

No todo es lo que ‘perece’ (Acerca del fin del mundial '06)


Nada es más difícil de soportar
que una serie de días hermosos
Goethe.


“Para mí el mundial ya se terminó”, fue la frase pronunciada tristemente que más escuché desde ese fatídico viernes, en su mayoría sostenida por unos ojos llorosos.

Freud hablaba de un caso particular que encontraba en su consultorio: los llamaba ‘los que fracasan al triunfar’. Podríamos decir que en el ser argentino, si es que eso puede llegar a alguna consistencia, estaría atravesado por ‘los que triunfan al fracasar’. Hay un regocijo escondido por entre las rendijas de aquellos que dicen ‘sí, perdimos, siempre perdemos, tenemos el mejor equipo del mundo, y nos sucede la fatal injusticia… teniendo el pibe de los 150..’ Y lo dejamos mirando el piso en un autismo televisado.

Cómo retornar entonces, sin la copa esa de la que hubiésemos tomado todos triunfantes.
Para algunos, tengo que confesar que no es mi caso, el acontecimiento futbolístico del viernes, tiñó de gris su precaria realidad, como toda ‘realidad’.

¿Qué cosas hacer para continuar cuando toda la devoción, la energía, la líbido estaban orientadas hacia un acto que ya no es posible? Al menos hasta dentro de cuatro años…
¿Por donde hacer el pase mágico que nos transporte a otra cosa?
¿Hacia adónde patear la pelota?
¿Cómo duelar un deseo coartado en su fin?

El duelo interviene también en estos casos. Es un trabajo que hacemos no sólo cuando fallece un ser querido, sino cuando fallecen las ilusiones, perecen los objetos, cuando desfallece lo anhelado.
Y nos quedamos, como dice un amigo desfallecido, con ‘las virutas del paraíso’.
Aquí cada uno tendrá que inventar su arte para desvestir lo tan acunado y vestir lo inesperado. Es un acto privado entre otros. Bioy Casares dice ‘las costumbres de los otros parecen una desolación, pero ayudan a la gente a llevar su vidita’.
Desolación de muchos consuelo de tontos…

Freud tiene un textito – y el diminutivo es por lo corto, no por lo poco brillante- Se titula Lo Perecedero, dice que “paseaba por la florida campiña estival en compañía de un amigo taciturno y de un joven pero ya célebre (advierte) poeta que admiraba la belleza circundante, más sin poderse solazarse con ella, pues le preocupaba la idea de que todo ese esplendor estaba condenado a perecer, de que ya en el invierno venidero habría desaparecido”

¿Qué nos dice el escrito peripatético? Algo que algunos sentirán como una contradicción, en estos tiempos de edades congeladas, y tratamientos anti-age: “El carácter perecedero de lo bello no involucra su desvalorización… la cualidad de perecedero comporta su valor de rareza en el tiempo… las limitadas posibilidades de gozarlo lo tornan tanto más precioso”

Cada uno recordará sus ejemplos… no tengo que esforzarme en esto último.

El valor de la rareza en el tiempo hace a la posibilidad del renacimiento. Cuando el tiempo se torna raro… Cuando no nos sentimos dichosos, y nos afligimos por no querer abandonar la idea de haber sido campeones, en otro lugar fantástico donde somos todos más unidos, más lindos, más altos y pintones. Como decían en mi pueblo: “Rubio, alto y de ojos azules”.
Es una reacción para evitar el dolor que eso nos ocasiona. El dolor es algo que siempre quiere evitarse. Nos olvidamos que la dicha, esa felicidad por episodios que nos regala la vida, se da por contraste. Y aunque usted no lo crea, no depende de las cosas que nos sucedan, de lo que se espere del mundo, sino de la fuerza con que cada uno crea contar para modificarlo según sus deseos, y de cómo nos independicemos de él. “No podemos alcanzar todo lo que anhelamos…”
Nos quedamos con las virutas de ese tallado feliz… “Sobre este punto -dice el maestro- no hay consejo válido para todos, cada quien tiene que ensayar por sí mismo”.

Dicen que hay que pasar el invierno.
Y en eso los que triunfan al fracasar son las estrellas. Quiere decir que pudieron ponerse en este trabajo de duelo que significa recuperar las ganas de vivir, porque lo único que no perece es el DESEO. El deseo, señores, es indestructible.
Es en un fondo vital desde donde podemos trabajar para desvestir ilusiones y vestir otras. Es nuestro destino de modistos deseantes. Como el otoño desnuda los árboles, para congraciarlos un tiempo después, y como el invierno, donde todo perece, que sólo nos resta pasarlo… menos mal que en primavera la vida se abre paso, y todo, todo lo que perece… florece.

1 comentario:

Mari05 dijo...

"No todo es lo que "perece"(acerca del fin abrupto de un analisis)" Llegue a tu consultorio desolada, aungustiada,deseando una terapia corta que me diga que hacer y cuando. Tomaste todo eso que habia alli y como una mama me gestaste..me diste unas alas nuevas y me acompañaste en el camino de la vida, una y otra ves escuchaste las mimas quejas, una y otra ves nos reimos de mis siempre poco adeacuados actos fallidos, una y otra ves me ayudaste a encontrarme con la mujer que deseaba ser. Descrubri de tu mano lo maravilloso del psicoanalisis. Todo se termino de un modo muy drastico... pero todo comenzo de otro modo, yo ya no era igual que antes, algo en mi habia cambiado. Como te dije alguna ves ese corte "dio sus frutos, y que frutos!" ah a proposito te soñe un par de veces embarazada, tal ves quien te dice se viene el seundo.
La vida no me alcanza para agradecerte lo mucho que me ayudaste y decirte lo muchoo que te extraño y te quiero. Te bautize mi segunda mama, la mama que me hizo mujer y que me engancho con mis deseos.